La Dirección de Finanzas está compuesta por las unidades de contabilidad, presupuesto, inventario, soporte de proyectos, análisis financiero, adquisiciones y pago y es la encargada de administrar los recursos de la Universidad, a través de la formulación del presupuesto institucional, emisión de estados financieros, rendiciones de proyectos de fuentes externas y proyecciones financieras, en la dirección se ejecutan desde los pagos básicos, pasando por los honorarios, adquisición de recursos físicos, equipamientos, becas de estudiantes, etc.
Llegó hace 28 años a la Universidad Católica de Temuco a hacer un reemplazo de postnatal al departamento de contabilidad. Corría el año ’91 y colaboró en la elaboración de informes para hacer los balances de cierre de lo que era la sede de la Pontificia Universidad Católica de Chile.
Pasaron unos meses y la llamaron en marzo del año ‘92 para sumarse, como analista contable, al departamento de contabilidad de la actual UC Temuco. Según sus palabras, ha crecido profesionalmente junto a la Universidad. De profesión contador público y auditor, conversamos con Alejandra Espinoza Cid, directora de finanzas para conocer sobre la labor que cumple esta unidad.
Directora, ¿cómo llega usted a ser parte de este equipo de la Dirección de Finanzas y cuáles son las funciones que cumple la Dirección?
Éramos 7 personas ese año ’92 cuando yo llegué a la Universidad a sumarme al equipo que conformaba el departamento de contabilidad y tesorería y hoy, ese equipo ha crecido considerablemente y ya somos 28 personas en esta dirección de finanzas, que tiene como responsabilidad, desde la compra de un lápiz, hasta la adquisición de un sofisticado equipo en Alemania, pasando por los gastos operativos, los honorarios, contratación de créditos para realizar alguna obra de infraestructura; su registro presupuestario, contable, inventario y pagos, finalizando con la emisión de los estados financieros, entre otros.
Partí como analista de cuentas, después asumí la jefatura del departamento de contabilidad, así se llamaba en ese tiempo, viendo pagos, registros contables, balances, etc. Luego hubo reestructuraciones en la Universidad, que consideró el reordenamiento de los equipos, en el ’99 llegaron los proyectos MECESUP del Ministerio de Educación y el vicerrector de la época, decidió crear una unidad de soporte de proyectos la cual se sumó bajo mi dependencia y así, hemos ido creciendo y ajustándonos a reestructuraciones que se han dado en la institución para dar soporte administrativo adecuado a las diversas necesidades que surgen.
Si me preguntas, cuál es la función de esta Dirección de Finanzas, te diría que es una tremenda responsabilidad, nosotros lo que hacemos es proveer a las autoridades de información para la toma de decisiones, de acuerdo a los análisis que realizamos de la situación financiera actual, de proyecciones y de las consecuencias futuras y luego, debemos preocuparnos también de cómo esas decisiones se llevan a cabo sin afectar el normal funcionamiento de la Universidad y sin dejar de pensar en ningún momento en el estudiante, como nuestro foco principal.
¿Cuáles han sido los proyectos emblemáticos o desafíos que ha debido asumir esta dirección?
El año 2012 cuando asumió el rector Bórquez y me nombró en el cargo de directora de finanzas, los números de la Universidad estaba “morados”, era un tiempo difícil, teníamos alta morosidad con nuestros proveedores, hubo que tomar decisiones difíciles, las cuales siempre fueron respaldadas por la autoridad superior de la universidad y hoy podemos decir orgullosamente que hemos ordenado la casa, que hemos establecido protocolos que nos permiten contar con cierto margen para actuar, para proyectarnos, pero siempre teniendo los pies en la tierra, con un análisis real y concreto de la situación. Ese fue y sigue siendo un gran desafío.
Otro desafío fue el año 2015, cuando partimos con los análisis sobre el impacto que tendría la reforma de “gratuidad”, la actual ley 21.091, que se aprobó el año pasado, nosotros empezamos a mirar cómo nos iba a impactar a la Universidad y cómo abordar la decisión de entrar en gratuidad, debido a que estamos insertos en una de las regiones más pobres del país y atendemos a un gran número de estudiantes de los primeros deciles de ingresos, somos una universidad católica, con un fuerte compromiso social y no podíamos quedar ajenos a esta decisión pero debíamos ser responsables.
No podemos mirar sólo el hoy, debemos estar siempre mirando hacia el futuro, porque no sólo nos impactan las decisiones del MINEDUC, sino también otras normativas, como las tributarias y la reforma laboral, que también inciden en proyecciones de tipo financiero.
Los ingresos de la universidad provienen en gran parte de los ingreso del pregrado, con los cuales se deben satisfacer todas las demandas de recursos (remuneraciones, material de laboratorios, compra de equipamiento, desarrollo de infraestructura, gastos de investigación, entre otros), los cuales son múltiples y transversales para toda la institución, por lo tanto, tenemos que ajustarnos y siempre tener el foco en nuestro rol principal que la atención del pregrado, ellos son el centro de nuestras decisiones o de las propuestas que presentamos como equipo. La mayoría de nuestros estudiantes son la esperanza de una familia, muchos son primera generación que llega a la universidad, entonces no podemos jugar con esos sueños.
¿Hay un sello social entonces también en el trabajo que realiza esta dirección?
Por supuesto, en el equipo de la dirección de finanzas, conformado por 28 personas, siempre tenemos presente al estudiante y la perspectiva de futuro, de crecimiento de la institución. Para ello, nuestra responsabilidad es estar siempre actualizando los conocimientos, estar al día en cuanto a las normativas vigentes y conocer claramente los impactos de las decisiones que se tomen y poder entregar la mejor asesoría cuando nos requieran una propuesta.
¿Cómo se proyecta la Universidad desde la Dirección, en este 2019 en que cumplimos 60 años?
Tenemos que estar preparados y para eso estamos estudiando constantemente las nuevas normativas que nos pueden afectar. El objetivo es mantener un buen colchón para poder seguir trabajando e invirtiendo como lo hemos realizado hasta ahora. Por ahora, por ejemplo, los fondos nos permiten invertir en infraestructura y en eso estamos creciendo, mejorando espacios para responder a las demandas de estudiantes y funcionarios. El año 2021, entraremos en régimen en cuanto a la ley 21.091 y debemos proyectar los impactos que nos trae la ley a cabalidad. Y para eso la Universidad está preparada y recién hace unos pocos días, nos llegó el informe de la acreditadora de riesgos contratada por la CNA para el proceso de acreditación, que ha destacado las mejoras que ha tenido la institución en el aspecto económico, estamos ordenando la casa y esperamos estar preparados para seguir creciendo otros 60 años más.
Directora, en ese sentido, ¿Si tuviera que describir como le gustaría que la comunidad universitaria reconociera a su dirección, que diría?
Lo primero sería reconocer el compromiso de todo el equipo, de cada una de las áreas que componen esta dirección y por otra parte, reconocer también el respaldo de la autoridad a través del Vicerrector y Rector, porque uno puede presentar una propuesta, pero la decisión la toma la autoridad y en ese sentido, debemos reconocer que siempre se ha contado con ese apoyo.
Cada día tenemos un desafío distinto y estamos preparados como equipo para ir tomando esos desafíos, con los pies en la tierra y con la mirada en el futuro.
Sabemos que a veces nos critican por la burocracia de algunos procesos, pero deben entender que esa burocracia tiene un sentido, debemos cumplir normativas contables internacionales, tributarias, procedimientos que nos permiten cumplir en regla, pero cada proceso tiene un camino que seguir, porque de eso depende toda la cadena.
Me gustaría que en estos 60 años, la Universidad sea reconocida como la primera, como la mejor. Que sea reconocida como una institución que cumple sueños y nosotros ayudamos a que esos sueños se hagan realidad.
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