Inició su historia en la UC Temuco cuando sólo tenía 19 años y la mayor parte del tiempo estuvo ligada a las matemáticas. Hoy, se despide de su querido Departamento de Informática donde dejará una huella que será difícil de olvidar.
Hace 47 años, Gabriela Albornoz Leiva llegaba a la Universidad Católica de Temuco – en esos años, Escuelas de la Frontera – para iniciar su práctica profesional de secretariado luego de estudiar en el Instituto Superior de Comercio de Temuco, INSUCOT. Tenía 19 años y un poco de temor por lo que vendría, pero a pocas horas de dejar la UC Temuco, dice que el balance no podría ser más que positivo, por lo vivido y el cariño que se llevará a su casa.
“Entré el año ‘71 a hacer mi práctica, tuve que venir a una entrevista con don Víctor Raviola, que era el director de las Escuelas de la Frontera en esos años. Me aceptaron y entré a la secretaria de estudios en el Departamento de Letras. Éramos muy pocos en esos años y estábamos en Menchaca Lira. Esos son los primeros recuerdos que tengo”, cuenta Gabriela.
A los meses de ingresar se abrió una vacante para un puesto pero lamentablemente no quedó seleccionada. Pero, no todo estaba perdido. “Fue frustrante al principio y un colega me dijo “no se preocupe seguro sale otra oportunidad”. En la tarde no tenía ni ganas de volver a la práctica, mi mamá me insistió que fuera y cuando llegué me dice la colega que el director quiere verme. Me asusté un poco porque no sabía de qué se trataba. Me dijo que habían visto mi examen y que me había otro puesto disponible y que era para mí. Fue una emoción tan grande, casi lloré cuando me dijeron. El cargo era en la biblioteca en la sección de circulación o sea de préstamo de libros. Tuve que aprender a “picar stencil” para el primer catálogo de la biblioteca. Ese fue mi primer contrato con la Universidad” recuerda con cariño Gabriela.
Desde la Biblioteca, tuvo un paso también por la Secretaria de Estudios, en eso años en que la Universidad compró la primera central telefónica de la cual estuvo a cargo, “fui la primera voz de la Universidad y me sabía todos los números de teléfono, que eran como ocho (se ríe)”.
Más tarde llegaría una oferta que marcaría su vida profesional, llegando al Departamento de Matemáticas donde tuvo la oportunidad de trabajar con don Óscar Cartagena y don Osvaldo Rubilar, este último, había sido alumno cuando Gabriela ingresó como practicante y ahora se convertiría en su jefe por muchos años.
“Don Óscar y don Osvaldo marcaron mi vida, ellos eran muy preocupados, cercano con los alumnos y los profesores, bueno con nosotros también. Eramos todos como una familia, un equipo humano muy valioso”, comenta.
Tras el incendio ocurrido en la sede que tenían en calle Vicuña Mackenna, Gabriela recuerda que la Universidad empezó a crecer. Se compró la ex casa central, se inició la edificación en Campus San Francisco y eso significó el traslado del Departamento de Matemáticas a las nuevas instalaciones. Allí siguieron las nuevas experiencias con la adquisición del primer computador y los equipos Macintosh porque había que organizar cursos de capacitación para el uso de los nuevos equipos, actividad que fue apoyada por Gabriela. “Al principio todos teníamos algo de susto, pero de a poco fuimos perdiendo el miedo y aprendiendo a usarlos”, cuenta.
Fue parte también de la organización de las Primeras Olimpiadas de Matemáticas que organizó la Universidad. Por su escritorio pasaron cientos de cartas escritas en máquina de escribir invitando a los colegios de Temuco y la región a participar.
Tiene el orgullo de contar que fue la primera secretaria de la Facultad de Ciencias donde volvió a encontrarse con su ex alumno y ahora jefe, Osvaldo Rubilar. Más tarde y a raíz de una reestructuración que creó el Departamento de Informática, fue invitada a sumarse al equipo que hasta hoy la cobija y que con orgullo comenta como ha sido trabajar con ella.
“Gabriela es la funcionaria con más años de servicio en la Universidad y tengo el privilegio de haber trabajado con ella por más de 10 años. Reconozco en ella a una persona que además de sus competencias y capacidades profesionales, posee virtudes personales que no son fáciles de encontrar hoy en día. Con un carácter dócil y afable, un humor notable y una disposición inigualable. Sin duda, una de las personas que ha dejado huella y que será difícil de reemplazar” dijo Oriel Herrera, director del Departamento de Informática.
La Familia
Gabriela dice que nada de lo logrado habría sido posible si no hubiera sido por el apoyo de su marido Jorge Moreira, a quien conoció en un paseo en Queule cuando sólo tenía 12 años. Desde ese momento no se han separado y hoy tienen una hermosa familia junto a sus hijos Jorge, Gabriela y Rocío y sus nietos Joaquín y Sebastián. Precisamente son ellos los que gozarán con el tiempo libre que tendrá Gabriela desde ahora.
“Mi esposo Jorge siempre fue un gran apoyo, desde que nos casamos, yo le dije que iba a trabajar y nunca me puso ningún problema, al contario me apoyaba mucho para que yo me pudiera desarrollar. Y después cuando vinieron los hijos con mayor razón. Con los años, la Universidad también se convirtió en la casa de estudios de mis hijos, dos de ellos estudiaron aquí: Jorge, Ingeniería en Ejecución Química y Gabriela es biólogo en gestión de recursos naturales. Sin la oportunidad que la Universidad me dio, quizás no habría podido educar a mis hijos, por eso estoy tan agradecida”, cuenta emocionada.
Cuando le preguntamos qué hará con su tiempo libre, Gabriela dice que quiere viajar, disfrutar con su familia y poder disfrutar de todas esas cosas que tuvo que postergar mientras trabajaba. “He visto como muchos alumnos se convierten en profesionales y no se imaginan la satisfacción que da cuando ya de adultos, ellos te reconocen. Ahora ya es tiempo de ir a descansar, disfrutar a mi familia, cuidar a mi madre, viajar con ella. Doy gracias a Dios, porque me siento una mujer bendecida, yo soy muy creyente y creo que Dios ha sido el gestor de todo esto”, concluye a modo de despedida esta querida mujer que dejó una huella imborrable entre estudiantes, académicos y autoridades que compartieron con ella en sus 47 años al servicio de la Universidad Católica de Temuco.
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