Considerado uno de los referentes en la narrativa histórica nacional, Jorge Baradit llegó a la UC Temuco para conversar sobre la relevancia de conocer la historia para entender nuestro presente.
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Invitado por la Facultad de Ingeniería de nuestra casa de estudios, el escritor Jorge Baradit analizó por más de dos horas el rol de la educación superior en Chile, la relevancia de comprender quiénes somos a través de la historia y el significado que los propios estudiantes les dan a su proceso formativo universitario.
Conversamos con el autor de la trilogía superventas “Historia Secreta de Chile”, sobre su propia historia y de cómo ésta es constitutiva de su presente.
Jorge, estudiante de arquitectura un año, titulado de diseñador gráfico, te quedaste unos años en la ficción literaria y hoy eres considerado un referente en la narración de la historia chilena… Desde diseñador a narrador, hoy frente a tantos estudiantes, cómo analizas este recorrido?
Hay una gran mentira que es que existe un manual para la vida, que hay un manual que te dice que estudiaste educación media, entras a una carrera, eres feliz en esa carrera, te casas, tienes hijos y el resto de tu vida es una extensión de eso que ocurrió en un lapso de 5 años. Eso no es así, una de las presiones que hay que sacarle a los cabros de educación media e incluso a los universitarios es que la vida no es una línea recta, que no está prediseñada y que lo que hagan hoy no tiene necesariamente un efecto ni es una condena a lo que vayan a hacer en los restantes 60 años.
La vida es larguísima, puedes darte dos o tres vueltas y terminar parado en un lugar impensable. Lo único que tienes que tener en mente y claro es que si eres fiel a ti mismo, esto suena a muy “autoayuda” pero es escandalosamente cierto, es que si el camino que tomas es un camino que realmente tiene corazón y le haces caso también a la intuición, a la guata y al corazón, los caminos te van a parecer raros, pero estoy seguro que cuando mires hacia atrás te vas a dar cuenta que es de lo más coherente y es de lo más sensato que pudiste haber hecho.
Ser un superventas, tener un programa de televisión… Desde el creador de la banda punk “Trato Bestial” cómo lo vives?
Yo soy un punk con un megáfono más grande… eso es todo. Nunca esperé ésto, nunca. Pero durante los años anteriores a todo ésto, al parecer ahora que lo miro hacia atrás quizás me estuve preparando.
El ser humano es un narrador por esencia y narrar significa encontrarle el sentido al camino y pensar que esto es un arco narrativo, coherente, la verdad es que no es así. Cuando uno lo mira hacia atrás tiende a verlo de esa manera y pareciera ser que me estuve un poquito preparando.
Fui muy cercano a disciplinas de ciertas maneras de ver el mundo donde todo esto no importa, porque hoy día está súper bien pero mañana puede no estar, entonces no hay que tener apego a nada, hay que disfrutar la ola mientras estás arriba pero después disfrutas la playa, la noche. A lo mejor en dos años más nadie se acuerda de mi nombre y va a dar lo mismo. Ya no tengo 21 años para volverme loco con todo esto, tengo 48, está súper bien pero lo estoy viviendo tranquilo.
Has recibido fuertes críticas sobre tu trabajo pero también apoyos importantes como el de Julio Pinto, Premio Nacional de Historia el año 2016. ¿Cómo recibes este respaldo?
Uno tiene que seguir haciendo lo que tiene que hacer no más, si llegan esos espaldarazos, bien, y si no llegan uno sigue y este bote seguirá o se hundirá, pero uno se relaja cuando haces un programa de televisión y entrevistas a 50 personas entre ellos, cuatro premios nacionales de historia, historiadores, investigadores de todo tipo y te das cuenta que hay respaldo, te das cuenta que la gente que respaldaba esto simplemente no quería entrar en la pelea, salvo quizás Julio Pinto y Alfredo Jocelyn Holt, que fueron explícitos en su apoyo, el resto apoyó de otra forma, invitándome a sus institutos de historia en las universidades, apoyó apareciendo en el programa de televisión, colaborando conmigo cuando necesitaba ayuda para resolver algún tema, entonces claro acá los perros que ladran más fuerte son los que la gente escucha más pero yo estoy tranquilo, esta labor está súper respaldada.
¿Cómo se gesta este giro profesional, de escribir ficción literaria e incluso literatura infantil a narrar la historia nacional?
No hay un master plan, cuando me plantearon hacer ésto me dijeron mira, hay países donde contar historia se ha convertido en un nicho, Argentina por ejemplo con Felipe Piña, y ya que a ti te gusta la historia ¿Por qué no intentas hacer algo así?. Yo les dije okey, sin ninguna pretensión y lo que surgió es lo que yo soy no más. Lo único que planeé fueron dos cosas, primero le pedí a la editorial que este libro no costará más de 10 lucas y segundo, medí cuanto se demora cualquier persona para llegar a su casa. Eso me permitió definir la extensión de los relatos, cuánto tenía que demorarme en contar un relato completo, eso me exigió ser conciso, explícito, amable, para que las personas pudieran acceder a la historia también amable, entusiasmarse y leerla y además de manera desordenada, no cronológica porque esto tenía que ser liviano para las personas, entonces a esa persona que se levantaba a las 6 de la mañana y llegaba a su casa a las 9 de la noche, no le exigía que después de leer en la micro, al día siguiente o dos días después, tuviera que acordarse del capítulo o toda la trama anterior para poder continuar, sino que siempre está enfrentando un capítulo fresco, nuevo, distinto, en otro contexto, con otro tono, de manera de sentirse motivado y alivianado. En el fondo traté de hacerle ligero el trabajo a los lectores, eso es lo único que estuvo planeado.
Respecto al tono, era natural, yo soy un narrador, no un historiador y una de las gracias de este libro es que acerca la historia a la gente. Nace justamente de ahí, que la emoción está involucrada, es parte de la ecuación. En un libro de historia la emoción puede ser mencionada pero no está narrada y el libro de historia que busca ser ciencia hace lo que hace cualquier ciencia, se distancia del fenómeno para poder analizarlo, pero esa distancia genera también un descenso en la temperatura emocional. Entonces la labor del narrador es completamente distinta, es tomarte y meterte en la situación y que sientas las balas, el dolor del personaje y que sientas la tensión ambiente y eso a las personas les parece bien porque entronca también con una cuestión ancestral. La historia y las narraciones que te cuentan en tu familia son así, son en primera persona, directa, apelan a la emoción, lloras, te emocionas con lo que te cuenta tu abuelo y esto es básicamente retomar lo que fue la historia en sus inicios de la humanidad, cuando un anciano de la tribu se sentaba alrededor de una fogata y les narraba a los cabros chicos la batalla que vivió cuando joven. Tiene que ver un poco con la recuperación del valor la narrativa oral también.
¿Qué esperas se lleven consigo los estudiantes de ingeniería y todos los asistentes luego de tu charla?
Entender que no nos están instruyendo para entrar a una máquina, instruyéndonos para ingresar como un engranaje específico a una máquina y ganar plata con eso, sino que se están educando para entrar a una sociedad a colaborar en un esfuerzo común que se llama república, que se llama sociedad.
No hay mejores ni peores, hay gente más preparada y menos preparada y donde el que sabe más tiene una gran responsabilidad con los que saben menos y los que tienen más tienen una gran responsabilidad con los que tienen menos, esto no es una carrera a codazos por agarrar el antílope, esto es una colaboración para que entre todos lo cacemos y tengamos un buen asado y una buena fiesta (que me disculpen los animalistas), que en el fondo si retrocedemos a la lógica de los codazos y la jungla vamos a estar desconociendo los esfuerzos de la civilización de construir un espacio de consenso, aislado de la jungla y bueno para todos. Esto se trata de avanzar juntos y cuando recuperemos ese sentido, que se llama solidaridad vamos a ser mejor como ciudad, como país.
La solidaridad con todos, con nuestros hermanos en desgracia, sumidos en conflictos ancestrales, es fundamental. La inclusión, no podemos aislarnos ni discriminar, tenemos que ser inclusivos y tenemos que preocuparnos de los problemas de los demás, tenemos que estar ahí, concluye Baradit.
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Vicerrectoría de Extensión y Relaciones Internacionales