Esta obra colectiva reúne a once pensadores mapuches vinculados al quehacer de las Ciencias Sociales locales quienes desafían a la Academia en un texto pensado y escrito en mapuzungun y en español que da cuenta de los diversos niveles de violencia evidenciado históricamente por sus autores desde la fundación del Estado chileno hasta nuestros días.
Como una instancia que invite a la reflexión crítica sobre la violencia ejercida desde y hacia el Wallmapu fue definido por José Quidel Lincoleo el libro “AwukankakuxankanzuguWajmapumew” o “Violencias coloniales en Wajmapu”, co-autor de la misma obra y quien, en alianza con otras 10 personas ligadas al quehacer de las Ciencias Sociales locales, reunieron sus experiencias generando este valioso material, el que da cuenta delas asimetrías evidenciadas históricamente en este territorio.
También en la actividad organizada por el Núcleo de Investigación en Estudios Interculturales e Interétnicos (NEII), además de la presentación de Quidel, contó con la presencia de los también co-autores Ana Vásquez y Jaime Antimil, quienes participaron entregando sus comentarios sobre la obra.
A juicio de José Quidel “En esta obra “Violencias coloniales en el Wajmapu” hablamos de la violencia como un eje, abordándolo en el violento contexto que estamos viviendo como pueblo mapuche en relación con la sociedad dominante, llámese instituciones estructurales como el Estado y la sociedad chilena. Aquí damos a entender las diferentes nociones de violencia que se han evidenciado a través de la historia desde que se fundó el Estado de Chile, llámese simbólica, religiosa, de educación, ideológica, el intentar homologar o suplantar esta idea de propiedad que nosotros no teníamos sobre la tierra, en relación al concepto que nosotros tenemos sobre el territorio de espacio”.
Asimismo, el mismo Quidel señala que “este libro da cuenta del desangramiento histórico procesual continuo del pueblo mapuche con las distintas otras sociedades. Pretende hacer una lectura amplia, crítica y autocrítica que invite a reflexionar a la gente con la que convivimos (chilenos) e incluye una reflexión hacia nosotros mismos, abordando la relación violenta existente entre nuestro propio pueblo, además de tratar el escenario actual del pueblo mapuche”
Por su parte, el Dr. Ricardo Salas, aseguró que “como Núcleo Interdisciplinario de Investigación de las relaciones culturales de una Universidad, nos parece central profundizar la escritura de la historia desde otras ópticas, revisar los presupuestos de las prácticas historiográficas a partir de otras fuentes y memorias, pero -sobre todo- visibilizar las relaciones profundas que ha tenido el modo prevaleciente de hacer historia del país configurada con la génesis y consolidación del Estado chileno en sus triunfos militares. En este sentido, el libro ayuda a revisar nuestros discursos y prácticas de reconstrucción histórica. Nos parece relevante que esta publicación construye una óptica muy diferente, que cuestiona el legado de varios grandes pensadores chilenos de la historia y la tradición de los historiadores académicos los que, a pesar de notables excepciones, no han podido desvincular el quehacer historiográfico del proceso de reconstruir la identidad nacional” aseguró.
Cabe destacar que el libro, es el segundo ejercicio que este colectivo realiza, precedido por el texto “Historia, colonialismo y resistencia desde el país mapuche” el que aborda la temática de lenguas, migración y los diversos problemas experimentados por el pueblo mapuche narrados siempre desde su experiencia “En estos dos textos mostramos una visión descarnada de cómo vivimos este proceso, cómo son tratadas nuestras madres como nanas, la precarización del empleo y la migración de nuestra gente a Santiago, cual ha sido la historia de nuestra lengua el mapuzungun desde la época de la conquista hasta la actualidad y, en el fondo, explicarnos porqué estamos como estamos, si siempre hemos estado así o cuál es la situación que ha generado esta sociedad en la que estamos viviendo” señaló José Quidel.
Periodista: María Carolina Oyarzún.
Fotografía: Jorge Zuñiga
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