En una actividad dirigida a todo público, se expusieron tres perspectivas sobre el papel que desempeñó en Chile y América la traducción en la difusión de ideas sobre la independencia y la república.
Auspiciado por el convenio Conicyt PAI-MEC 80150084 (2015), y con la presencia de interesados de distintos ámbitos, se desarrolló el coloquio “La traducción y los idearios de la República. Perspectivas sobre historia intelectual”, coorganizado por el Núcleo de Investigación en Estudios Interculturales e Interétnicos y el Departamento de Lenguas y Traducción de la Facultad de Artes y Humanidades.
El Departamento de Lenguas y Traducción busca, por este medio, dar a conocer la importancia histórica de la práctica de la traducción en Chile y su vinculación con las ideas políticas.
Expusieron en primer lugar la doctora en ciencias del lenguaje (París XIII), traductora y profesora de El Colegio de México, Danielle Zaslavsky,quien está realizando una estadía de investigación, docencia y extensión al alero del convenio PAI-MEC. Sus áreas de Investigación son análisis del discurso y traducción del discurso político-mediático en América Latina, y México en particular. A continuación, la doctora en historia de la Pontificia Universidad Católica de Chile, Susana Gazmuri, especialista en la historia de los intelectuales y del pensamiento político de los siglos XVIII y XIX y la recepción del pensamiento político de la antigüedad entre los letrados decimonónicos, quien ha sido galardonada este año con el Premio Miguel Cruchaga Tocornal de la Academia Chilena de la Historia por su tesis doctoral. Finalmente, representando nuestra casa de estudios, la Dra. Gertrudis Payàs, traductora e historiadora de la traducción, profesora del Departamento de Lenguas y Traducción y actualmente responsable del Núcleo de Estudios Interculturales e Interétnicos. Ha dirigido varios proyectos Fondecyt interdisciplinares en torno a la mediación lingüística en la frontera.
La Dra. Payàs profundiza en el análisis de las temáticas abordadas en este coloquio y nos explica que “cuando hablamos de traducción en el ámbito de la historia intelectual, y en particular en el siglo XIX chileno, nos referimos a dos funciones de la traducción: la más obvia es la función que tiene como vehículo de ideas, porque muchas de las ideas sobre la independencia y la república venían del extranjero y se habían formulado en otras lenguas. Otra función de la traducción, menos evidente, es la de construir identidades y representaciones culturales. La traducción en esa época fue una herramienta con la cual se importó una selección de modas, estilos, autores y obras del repertorio cultural europeo que contribuyeron a crear o reforzar una identidad que fue a la vez una representación determinada de lo que venía de Europa. Me explico: es cierto que la sociedad chilena de clase alta leía novelas francesas, pero eran novelas que en Francia eran de lectura más bien popular, y que no formaban parte de las lecturas de la clase alta, a la que la aristocracia chilena quería imitar. También es cierto que la intelectualidad chilena se empapó de las ideas de Voltaire y de Rousseau, pero los traductores habían «peluqueado» sus obras, censurando todo lo que fuera anticlerical, que en la América católica no se podía admitir. O sea que en realidad en Chile se leyeron versiones de obras francesas que a lo mejor en Francia no se hubieran reconocido. El gran educador y político argentino exiliado en Chile, Domingo Faustino Sarmiento, tuvo de estos procesos una opinión muy lúcida: nuestro trabajo –decía- consistía en calcar los modelos franceses quitando las figuras que no podían sin impropiedad estar en nuestro cuadro” .
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